el
obelisco olvidado,
de
mi jardín he portado
un
clavel a su solapa
y
mi verso, que de llapa
va
en un racimo bordado.
La laguna de la senda,
hoy
llamada “Lago frío”
te
proclamó ¡bien venido!,
pues
no andabas por prebendas;
y
ante ese espejo de ofrenda
fuiste
peinando tus canas,
con
audacia soberana
venciendo
al tiempo inclemente,
para
ser camino y puente
de
esa colonia temprana.
Mis infantiles jornadas
Desde
”mil nueve cincuenta”,
fueron
un rosario de cuentas
con
tus proezas comentadas;
y
esa… esa “tapera” callada
de
tu población primera,
me
detuvo horas enteras
sumergido
en el pasado
y
en el patio desolado,
hallé
tu historia pionera.
Desde Antuco, Sur de Chile,
por
los “Andes” a “La Pampa”
cruzará
erguida tu estampa
aún
en tiempos febriles;
Mapuche
Pampa y de Chile,
como
también el pehuenche,
lanzan
su alarido al Puelche
queriendo
ahogar sus dolores;
y
tú… tú oíste esos clamores
y
luego el de los Tehuelches.
Tu estrella, horizonte y lumbre,
te
llevó en colonia al Sur,
jugándote
en un albur
a
la “16 de Octubre”;
Tu
espíritu de costumbre
te
sindicó “explorador”,
no
te infundieron temor
los
galenzos ni tolderos; *1
más
bien fuiste su aparcero,
expuesto
al crudo rigor.
Patagonia, ocho noventa, *2
morrenas
e inmensidades,
no
hay huellas ni autoridades,
solo
el puño, la herramienta;
Peones
leales, que a tu cuenta
nieves
y vientos surcaron,
hombres
que al deber se anclaron
como
el poste con la grampa,
y
cual toro con las guampas
los
muros los derribaron.
Dura lucha fue instalarse
dura
lucha producir,
dura
lucha proseguir
y
dura lucha quedarse;
Luego
en lucha desangrarse
para
llegar a un mercado,
tributando
algún ganado
pa’l
festín de los caranchos,
que
el desierto crudo y ancho,
parecía
ser su aliado.
Vendida lana y ganado,
traer
víveres al rancho,
otra
vez junto al carancho
que
era un socio despiadado;
Los
carroñeros alados
supieron
de tus porrazos
y
del pulso de tus brazos,
que
siempre te levantaron
con
quienes te acompañaron,
haciendo
cintura al lazo.
Héctor, Manuel y otros tantos,
por
ahí rindieron sus vidas
provocando
esas heridas,
tu
desconsuelo y quebrantos.
Más
tarde surgió el espanto
con
los gringos bandoleros,
terror
de los estancieros
por
lo bárbaro en sus hechos,
y
ahí también se puso el pecho,
o
se moría primero.
Tu fuste imperecedero
no
admitía el claudicar,
del
rigor fuiste a la par
como
la lonja al talero.
Exploraste
los senderos
con
tus paisanos cerriles,
pensando
siempre en tu Chile
con
audacia y valentía,
soñando
soberanía
“cual
leal soldados civiles”.
Sin deslindes perceptibles
se
disputan las hectáreas,
por
lo que exploras otra área
sin
rendirte a lo imposible;
cualquier
arroyo, es posible
muestre
un amplio cañadón
donde
alzar casa y galpón,
quizás
sea nuestro país
y
nos reporte el matiz,
que
bulle en el corazón.
Pampa cual marchita flor,
desértica
inmensidad,
se
rumbea sin claridad
aunque
hay sol abrasador;
luego
se asoma el verdor
de
la sierpe vegetal,
porque
el Pacífico mar
envía
su húmedo aliento
y
presumes ¡muy contento!
el
Chile de tu soñar.
Era el “Alto Río Mayo”
cerca
de sector “El Triana”,
ahí
llegó tu caravana,
20
carros rueda de rallo,
Vacas,
ovejas, caballos,
hacienda,
peones, aperos;
Don
Belisario en su esmero,
una
vez más ¡con honor!
era
el primer poblador
cerca,
a su Chile lindero.
Desde el palenque al potrero
los
toldos, luego el fogón,
los
corrales, el galpón,
las
casas y el gallinero;
Hombre
con temple de acero
puso
vida en el lugar
y
el viento empezó a silbar,
en
las torres de un molino
que
de eterno peregrino,
se
anclaba allí… pa’ girar.
Pero había más que esperar
de
usted pues Don Belisario,
porque
allí su sueño a diario
fue
entrar a Chile a explorar.
Con
José Tapia a la par
en
mil novecientos siete,
por
Lago Cástor se meten
pero
el monte los rechaza
y
se devuelven a casa,
aunque
los campos… prometen.
Por eso quedó en su mente
y
en la retina metí’o,
los
cañadones “Del Frío”
con
su lago y sus torrentes;
Pa’
concluir más noblemente,
preparó
con sus paisanos
la
expedición de verano
que
Juan Foitzzik secundara,
por
Cástor, Pólux bajaran
al
“Peludo” y sus pantanos.
De este hecho se derivara
la
osadía de Don Juan,
mas
uste’ y peones harán
la
ruta por donde entrara;
Nombre
que aquí se adeudara,
¡pues
no lo lleva el camino!
suele
ser el cruel destino
del
que hace y no vocifera
y
el tiempo con su carrera,
¡va
ocultando pergaminos!.
Por suerte que en mí destino
se
cruzó aquella tapera, *3
la
Estancia que el lecho fuera
y
el final de su camino.
Mi
guitarra esboza un trino
y
mi palabra un clamor,
por
el hombre explorador,
“pionero”
¡casi olvidado!
A
ese ¡obelisco no alzado!
Pongo
en su cumbre ¡esta flor!.
----- * -----
*1 Galenzos: Galeses.
*2 Ocho noventa: mil
ochocientos noventa.
*3 Tapera:
Puebla, casas e instalaciones en ruina, abandonadas.
Este poema fue dedicado a Sr.
Belisario Jara, pionero colonizador de Aysén, quién ingresó desde la pampa
Argentina por el paso Castor en la década de 1900.
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