HOMENAJE A LAS PARTERAS DE LA COLONIZACIÓN DE AYSÉN
"Para ella no hay huellas fieras
por nieve,escarcha o pantanos,
no es mucho el sol del verano
ni creciente en primaveras;
Ella monta con pelera
o un cojinillo apretado
en su silla o en recado,
según sea la emergencia
porque no niega asistencia
a un parto solicitado
Ella jamás ha jurado
al servicio de la vida
pero es tan comprometida
como el más juramentado
y cuando le han preguntado
el valor de sus servicios
contesta, sana, sin vicios:
"lo que sea su voluntad"
pero el gaucho en su humildad
¡Paga bien sus sacrificios!
De mujeres que ha salvado
no sabe, ni yo se cuantas
y las criaturas ¡son tantas!
por los muchos duplicados,
la han visto cruzar a nado
sobre el lomo de un caballo
allá por el Río Mayo,
por el Simpson a Baguales
por el Río Mañihuales
y otras más... que no detallo.
Don Aniceto Cevallos
contaba de una ocasión
que la vio en un apurón
una fría noche de Mayo.
Decía: "si ahora fallo,
será esta la vez primera,
muchacha catorceañera
con tres guaguas en la panza
y para peor esperanza,
es estrecha de cadera."
Fue fea aquella carrera
aunque sacó las tres crías
y Cevallos ese día,
fue asistente de partera,
aunque nunca lo creyera
debió de prestarle ayuda
porque siendo peliaguda
la solución de aquel caso,
no hubo mas, que dar el paso
y abstenerse de la duda...
Todo era por precaver
y no fallar a su honor
y ocurriera que un horror
su ausencia pueda traer
y esgrime de su saber:
"parir... parece rutina,
pero es una obra divina
que Dios puso en nuestras manos
darle vida a un ser humano,
puede ser que otra termina..."
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