Extracto Libro "Desde Adentro" Miguel Peña Araneda
Capitulo I: Origen, Historia y Cultura de los hombres de la Patagonia Chilena
Artículo 3: El arte del payador
PUESTERO Estilo
Autor desconocido (anónimo) Recopilación de Trovero Sur en 1986 y 2002 Informantes letra: A. C. Inf. Música y letra: A .A. y M. U. S.
Cuando se hace tardecito
y el
solcito se va entrando,
yo
recién vengo llegando
a la
morada en que habito.
Como
allí vivo solito
mi
rancho está silencioso
no me
espera mas reposo
para
alegrar mi llegada
que el valar de la majada
y el
crujir del sauce añoso
Una
vez que ya he llegado,
al
lado del mojinete
desensillo,
ato el flete
y
acomodo mi recado.
Prendo
fuego y un asado
corto
y ensarto al momento,
mientras
el agua caliento
pongo yerba al cimarrón
pongo el asado al fogón
y a
cimarronear me siento.
Tomo
mate al lento ruido
de
algunas gotas de grasa,
que
caen sobre las brasas
haciendo
áspero chirrido.
Saco
de brasas un tendido
luego
doy vuelta el asado,
cuando
ya está bien salado
lo
saco lo planto y ceno,
y con el buche bien lleno
quedo
yo muy bien plantado.
Luego
tomo mi guitarra,
que
es mi único consuelo
templo y canto los desvelo
de mi
vida tan bizarra ,
donde
la décima narra
de los
amores de ayer
desdichas
y padecer
de
este mundo soberano,
sin
padre, madre ni hermano
sin
parientes ni mujer.
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LA CANCIÓN DEL FORASTERO
Recopilación de Trovero Sur. Informantes: M. C. E. Año 1955 - A.T.C. Año 2002
Caía el sol, como cansado,
los
trabajos se alejaban
y las
nubes se pintaban
de un
tinte color rosado.
Después,
el día apagado
por
la sombra se cubría
de
vez en cuando se oía
algún
grillo que cantaba
y el
momento se animaba
con
el ruidito que hacía.
Sus cascotazos lanzaba
algún
perrito aburrido
y
rodando, su ladrido
con
los árboles chocaba.
La
gente ansiosa soplaba
las brazas del trasnfoguero
y se armaba el entrevero
de
comentarios del día
mientras
el mate corría
rodeando
el fogón campero.
Una guitarra largaba
como
en bandada sus notas
y
eran risas y chacotas,
después
para el que cantaba.
Porque
en su canto buscaba
imitar
al payador,
que
le dio, como una flor
la
décima que él sabía
y en
la que el cantor ponía,
de su
sentir, lo mejor.
Y
así, en franca algarabía
aquella
gente se hallaba
con
lo que en algo olvidaba
la
fiera lucha del día.
Esta
reunión, parecía,
hecha
por buenos hermanos
así
estaban los paisanos
cuando
llamó la atención,
alguien
que junto al galpón,
gritó,
golpeando las manos.
El capataz, ¡adelante!
gritó,
mientras espantaba
la
perrada que rodeaba
aturdiendo
al visitante,
¡venga
pa’cá, Vigilánte,
hágase a un la’o Capitán!
¡que
mal enseñado están
estos
perros,... ya le digo.
no
haga caso, ¡pase amigo!
que
ningún daño le harán.
Y
llegó un hombre cansado
pidiendo,
junto al fogón,
le
prestaran un rincón
pa’
dormir; aunque sea echado.
venía
flaco, cansado,
con
tristeza en la mirada
dijo
con voz apagada:
camino sin saber, ande,
vivo
porque el mundo es grande
y el
aire no cuesta nada.
Donde hallaba un arroyito
nadando
se zambullía
y
después, de allí salía
sacudiéndose
fresquito.
Dejaba cada trapito
en el alambre tendido
y
estando seco y vestido,
recién
mudado se alejaba
de
aquel lugar y tranqueaba
pa’l
rumbo que había elegido.
Si alguna vez trabajaba,
como
haciendo un sacrificio,
ya
ganando pa’ los vicios
del
trabajo se alejaba.
Así,
nadie lo mandaba,
si no
era su voluntad
cuidaba
su libertad
y por
eso andaba solo
sencillo como el chingólo,
dueño
de la inmensidad.
Traiga, le dijo al cantor,
la
guitarra, que algún día
talvez
en mi alma ponía,
como
quien dice: una flor.
Todo
pasado, fue mejor
a según
dice el refrán
y si
me escuchan sabrán:
como
es fácil de la altura,
rodar
pa’ ser la basura
que
todos despreciarán.
Y pulsando el instrumento
todas
las cuerdas soltaron
pajaritos
que trinaron
con
el mas variado acento.
Desgranando
el argumento
de
aquel canto prometido
su
palabra fue el latido
de un
corazón ya cansado
por
lo que había rodado
y de
tanto haber sufrido.
Galopaba retozona
con
su cascabel, la prima
y el
hombre ajustó la rima
al
compás de la bordona.
No
fue, con la voz llorona
con
que el canto es un gemido,
fue
en un desplante atrevido
como
estallando en rencor,
con
que les dijo el cantor
lo
mucho que había sufrido.
Tuve cariño, mujer,
plata
y mucha fortuna,
la
traje desde la cuna;
desde
que empezó mi ser.
Más,
no es posible torcer
lo
que el destino ha marcado;
hay
que vivir resignado
hasta
la última rodada
que
al fin, nadie vale nada
esté
donde esté colocado.
Cuando terminó el cantor,
aquel
puñado de razones,
¡como
una orden, los peones
hurgaron
el tirador,
y el hombre
caminador,
sin
aceptarles dinero
dijo
amigos; solo quiero
el
aprecio de la gente
y que
les quede presente
la
canción del forastero.
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De estos versos, de este tipo de repertorio se nutrían los gauchos argentinos y los gauchos nuestros sin duda, pues de los nuestros he recogido estos trabajos. Allí, el puestero disponía de tiempo y tranquilidad para practicar cualesquier instrumento si es que lo deseaba, la mayoría lo hacía y los versos y la música, en muchos casos, era de su creación.
Este tipo de ocupaciones les proporcionaba también, la posibilidad de practicar el trabajo en sogas (cuero de vacuno, no curtido, trabajado a mano y de donde se sacan múltiples piezas para el apero de montar y el trabajo con ganado), algunos de estos sogueros lograban tal habilidad, que le daban un sello de arte a sus trabajos.
A todo lo ya dicho, debemos agregar y recalcar que, en
aquella cultura se esmeraban en trasmitir y reforzar los valores, condenando los anti-valores. Es mucho lo que podríamos agregar, pero con
lo que ya hemos dicho se puede deducir y estar cierto que en este medio donde
todo era abundante, incluso los sacrificios y a veces las necesidades básicas,
no estaba en desventaja la cultura del verso y la música, que eran muy fuertes
por ser muy bien fundamentados y muy reales para la vida de aquel medio, por
tanto, ¡tenía que resultar absorbente para cualquier inmigrante y mas aún para
los nuestros que salieron de un ambiente muy limitado en conocimientos, recursos
y tiempo de esparcimiento (entiéndase desarrollo de su cultura, desarrollo de
sus expresiones en el canto y la música, el verso, el arte etc. etc.). Tal vez
sea esta, una realidad poco grata, pero que hay que reconocer y que parece estar
muy presente en nuestra frágil identidad
de chilenos. Pareciera ser que al hombre
común de todos los rincones de nuestro Chile, le ha faltado literatura que lo
retrate con todos sus méritos adquiridos a fuerza de carencias y esfuerzos y
¡porqué nó!, algunas debilidades. Si esta literatura existe, ha sido escasa y
poco difundida mas, creo que nuestro
equivalente al “Gaucho”; “El roto chileno” en nuestro país no ha quedado ni
siquiera como un respetable “ente de trabajo” sino como un vagabundo e
indeseable y cuando menos, un vil Pedro Urdemales, que aunque en las
historietas resulte simpático, en la realidad es el anti-valórico odiable.
94) Por
los siglos de los siglos,
inquilinos
y ambulantes;
parieron
hijos abundantes
que
cubrieron los caminos
cuerpeándole
al cruel destino
de
ser eternos cesantes.
95) Súbditos,
extravagantes
sin
destino ni horizonte;
las
esperanzas de apronte
y las
carencias por guía;
¡no
se!... si mas fe o porfía...
pa’ hallar un claro entre el monte
Debemos convenir entonces, que este
grupo considerable de personas se hizo de expresiones culturales muy fuertes y
tomó una forma de vida que le permitió ser autosuficiente casi en todo,
resultando el sujeto mejor adaptado para esas y estas latitudes. Mantuvo su
identidad cultural pues a esta región (Aisén)
llegó para explotar también
Los Patagones chilenos, nos sentimos bien distintos a los argentinos, pero la gente que llega desde nuestro Chile centro- Sur o Norte, no puede evitar el comentario e incluso su disgusto, ante el hecho de detectarnos esas influencias, lo que reafirma el hecho de una identidad.
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