Mañana cuando me vaya

con rumbo a la eternidad,

llevaré siempre templadas

las cuerdas del instrumento

y he de encomendarle al viento

que les derrame mi canto,

no ha de ser el campo santo…

¡Razón pa´olvidar mi acento!

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EL ARTE DEL PAYADOR

Extracto Libro "Desde Adentro" Miguel Peña Araneda

Capitulo I: Origen, Historia y Cultura de los hombres de la Patagonia Chilena

Artículo 3: El arte del payador

 El artista del verso repentista o ciencia de la improvisación, los payadores, se inspiraban en lo más genuino de sus  conocimientos. Ya para fines del siglo XIX y comienzo del XX, los payadores han dejado la primitiva cuarteta y están dominando las décimas octosílabas, octavas y sextillas (octinas – sextinas) y que no eran simples refranes de palabras como algunos  suelen creer. Entre 1850 y principios del 1900, su arte estaba en pleno apogeo, los circos los llevaban como plato fuerte llegando también a los poblados de tierra adentro y nadie se perdería un espectáculo de ese tipo.  Las payadas, para los hombres de alma criolla, tenían tanto o más atractivo del que podemos apreciar hoy día cuando se publicitan carreras de caballos, juego de truco y juego ­­a la taba (acotemos que el gaucho nunca dijo: juego de la taba).  Allí o desde allí se conseguían folletos de versos y se obtenían formas musicales para poner en práctica en sus horas libres. En todo momento se practicaba la improvisación en dichos, boleadas, versos de truco, relaciones de gato, pericón y otros bailes.

  Se practicaba la guitarra para darle hebra al canto, siendo este instrumento por muchos años, el único que estaba en todo rancho, puesto o campamento e incluso en las huellas, más tarde y siendo menos comunes, llegarían la verdulera y bandoneón para los ritmos bailables, aunque ese papel ya lo estaba desempeñando la guitarra sola, desde mucho antes.   Muchos trabajadores compartían sus horas de descanso reunidos en los fogones, pero gran parte vivía solo en sus campamentos o puestos, cuyo trabajo consistía en hacerse cargo de una gran cantidad de ganado y cuidarlo en una gran extensión de terreno que por lo general quedaba bastante retirado del establecimiento principal.

 Aquí voy a insertar algunos de los tantos versos que han regalado a mi trabajo de investigación y recopilación, ¡mis queridos viejos coterráneos!, y que por supuesto, no son versos de los célebres literatos de la poesía gaucha, sino que son principalmente de los payadores  y también de poetas comunes, que no entran en la crítica literaria que promueve y difunde para la citadinería y las aulas, pero que tienen el mayor mérito, por ser estos los autores del diamante que los otros han lustrado, ¡claro, con mucho tino por cierto!.


PUESTERO  Estilo 

Autor desconocido (anónimo) Recopilación de Trovero Sur en 1986 y 2002  Informantes letra: A. C.    Inf. Música y letra: A .A. y M. U. S.

 Cuando se hace tardecito

y el solcito se va entrando,

yo recién vengo llegando

a la morada en que habito.

Como allí vivo solito

mi rancho está silencioso

no me espera mas reposo

para alegrar mi llegada

que el valar de la majada                         

y el crujir del sauce añoso

 

Una vez que ya he llegado,

al lado del mojinete

desensillo, ato el flete

y acomodo mi recado.

Prendo fuego y un asado

corto y ensarto al momento,

mientras el agua caliento

pongo yerba al cimarrón

pongo el asado al fogón         

y a cimarronear me siento.

 

Tomo mate al lento ruido

de algunas gotas de grasa,

que caen sobre las brasas

haciendo áspero chirrido.

Saco de brasas un tendido

luego doy vuelta el asado,

cuando ya está bien salado

lo saco lo planto y ceno,

y con el buche  bien lleno 

quedo yo muy bien plantado.

 

Luego tomo mi guitarra,

que es mi único consuelo

templo  y canto los desvelo 

de mi vida tan bizarra ,

donde la décima narra

de los amores de ayer

desdichas y padecer

de este mundo soberano,

sin padre, madre ni hermano

sin parientes ni mujer.

                  ---------------


LA CANCIÓN DEL FORASTERO

Recopilación de Trovero Sur.  Informantes: M. C. E.  Año 1955 -  A.T.C. Año 2002

Caía el sol, como cansado,

los trabajos se alejaban

y las nubes se pintaban

de un tinte color rosado.

Después, el día apagado

por la sombra se cubría

de vez en cuando se oía

algún grillo que cantaba

y el momento se animaba

con el ruidito que hacía.

 

Sus cascotazos  lanzaba

algún perrito aburrido

y rodando, su ladrido

con los árboles chocaba.

La gente ansiosa soplaba

las brazas del trasnfoguero 

y se armaba el entrevero

de comentarios del día

mientras el mate corría

rodeando el fogón campero.

 

Una guitarra largaba

como en bandada sus notas

y eran risas y chacotas,

después para el que cantaba.

Porque en su canto buscaba

imitar al payador,

que le dio, como una flor

la décima que él sabía

y en la que el cantor ponía,

de su sentir, lo mejor.

 

Y así, en franca algarabía

aquella gente se hallaba

con lo que en algo olvidaba

la fiera lucha del día.

Esta reunión, parecía,

hecha por buenos hermanos

así estaban los paisanos

cuando llamó la atención,

alguien que junto al galpón,

gritó, golpeando las manos.

 

El capataz, ¡adelante!

gritó, mientras espantaba

la perrada que rodeaba

aturdiendo al visitante,

¡venga pa’cá, Vigilánte,

hágase a un la’o Capitán! 

¡que mal enseñado están

estos perros,... ya le digo.

no haga caso, ¡pase amigo!

que ningún daño le harán.

 

Y llegó un hombre cansado

pidiendo, junto al fogón,

le prestaran un rincón

pa’ dormir; aunque sea echado.

venía flaco, cansado,

con tristeza en la mirada

dijo con voz apagada:

camino sin saber, ande,   

vivo porque el mundo es grande

y el aire no cuesta nada.

 

Donde hallaba un arroyito

nadando se zambullía

y después, de allí salía

sacudiéndose fresquito.

Dejaba cada trapito

en el alambre tendido

y estando seco y vestido,

recién mudado se alejaba

de aquel lugar y tranqueaba

pa’l rumbo que había elegido.

 

Si alguna vez trabajaba,

como haciendo un sacrificio,

ya ganando pa’ los vicios

del trabajo se alejaba.

Así, nadie lo mandaba,

si no era su voluntad

cuidaba su libertad

y por eso andaba solo

sencillo como el chingólo, 

dueño de la inmensidad.

 

Traiga, le dijo al cantor,

la guitarra, que algún día

talvez en mi alma ponía,

como quien dice: una flor.

Todo pasado, fue mejor

a según dice el refrán

y si me escuchan sabrán:

como es fácil de la altura,

rodar pa’ ser la basura

que todos despreciarán.

 

Y pulsando el instrumento

todas las cuerdas soltaron

pajaritos que trinaron

con el mas variado acento.

Desgranando el argumento

de aquel canto prometido

su palabra fue el latido

de un corazón ya cansado

por lo que había rodado

y de tanto haber sufrido.

 

Galopaba retozona  

con su cascabel, la prima

y el hombre ajustó la rima

al compás de la bordona.

No fue, con la voz llorona

con que el canto es un gemido,

fue en un desplante atrevido

como estallando en rencor,

con que les dijo el cantor

lo mucho que había sufrido.

 

Tuve cariño, mujer,

plata y mucha fortuna,

la traje desde la cuna;

desde que empezó mi ser.

Más, no es posible torcer

lo que el destino ha marcado;

hay que vivir resignado

hasta la última rodada

que al fin, nadie vale nada

esté donde esté colocado.

 

Cuando terminó el cantor,

aquel puñado de razones,

¡como una orden, los peones

hurgaron el tirador,

y el hombre caminador,

sin aceptarles dinero

dijo amigos; solo quiero

el aprecio de la gente

y que les quede presente

la canción del forastero.

            ---------------

De estos versos, de este tipo de repertorio se nutrían los gauchos argentinos y los gauchos nuestros sin duda, pues de los nuestros he recogido estos trabajos. Allí, el puestero disponía de tiempo y tranquilidad para practicar cualesquier instrumento si es que lo deseaba, la mayoría lo hacía y los versos y la música, en muchos casos, era de su creación. 

            Este tipo de ocupaciones les proporcionaba también, la posibilidad de practicar el trabajo en sogas (cuero de vacuno, no curtido, trabajado a mano y de donde se sacan múltiples piezas para el apero de montar y el trabajo con ganado), algunos de estos sogueros lograban tal habilidad, que le daban un sello de arte a sus trabajos. 

A todo lo ya dicho, debemos agregar y recalcar que, en aquella cultura se esmeraban en trasmitir y reforzar los valores,  condenando los anti-valores.  Es mucho lo que podríamos agregar, pero con lo que ya hemos dicho se puede deducir y estar cierto que en este medio donde todo era abundante, incluso los sacrificios y a veces las necesidades básicas, no estaba en desventaja la cultura del verso y la música, que eran muy fuertes por ser muy bien fundamentados y muy reales para la vida de aquel medio, por tanto, ¡tenía que resultar absorbente para cualquier inmigrante y mas aún para los nuestros que salieron de un ambiente muy limitado en conocimientos, recursos y tiempo de esparcimiento (entiéndase desarrollo de su cultura, desarrollo de sus expresiones en el canto y la música, el verso, el arte etc. etc.). Tal vez sea esta, una realidad poco grata, pero que hay que reconocer y que parece estar  muy presente en nuestra frágil identidad de chilenos.  Pareciera ser que al hombre común de todos los rincones de nuestro Chile, le ha faltado literatura que lo retrate con todos sus méritos adquiridos a fuerza de carencias y esfuerzos y ¡porqué nó!, algunas debilidades. Si esta literatura existe, ha sido escasa y poco difundida mas,  creo que nuestro equivalente al “Gaucho”; “El roto chileno” en nuestro país no ha quedado ni siquiera como un respetable “ente de trabajo” sino como un vagabundo e indeseable y cuando menos, un vil Pedro Urdemales, que aunque en las historietas resulte simpático, en la realidad es el  anti-valórico odiable.

 Fragmento obra “HIJO de JUANA y JOSÉ” de Trovero Sur

          

94)       Por los siglos de los siglos,

inquilinos y ambulantes;

parieron hijos abundantes

que cubrieron los caminos

cuerpeándole al cruel destino

de ser eternos cesantes.

 

95)       Súbditos, extravagantes

sin destino ni horizonte;

las esperanzas de apronte

y las carencias por guía;

¡no se!... si mas fe o porfía...

pa’ hallar un claro entre el monte 

Debemos convenir entonces, que este grupo considerable de personas se hizo de expresiones culturales muy fuertes y tomó una forma de vida que le permitió ser autosuficiente casi en todo, resultando el sujeto mejor adaptado para esas y estas latitudes. Mantuvo su identidad cultural pues a esta región (Aisén) llegó para explotar también la Ganadería; vivir, sufrir y gozar, como lo hiciera en las estancias patagónicas, allende el cerco de alambre.

          Esta es la fuerte razón y la gran verdad, de porqué esta cultura primó y perduró intacta por seis décadas y al cumplir su primer centenario, aún permanece vigorosa, a pesar de todos los esfuerzos de parte de algunos sectores por transformarla, sumándose últimamente a ellos, los veloces aires de globalización y por ende transculturización del siglo XXI .  

Los Patagones chilenos, nos sentimos bien distintos a los argentinos, pero la gente que llega desde nuestro Chile centro- Sur o Norte, no puede evitar el comentario e incluso su disgusto, ante el hecho de detectarnos esas influencias, lo que reafirma el hecho de una identidad.

 









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