Este Blog está dedicado a la memoria de Miguel Peña Araneda, quién trabajó por el rescate, reconocimiento y difusión del legado de los Pioneros Colonizadores de Aysén, que hicieron Patria y Soberanía en forma autónoma y solitaria.
Trayectoria de un Músico guitarrero, Poeta escritor, Investigador y Admirador de su tierra de Aysén.
El 14 de noviembre de 2009 a las 7 de la mañana, recibimos el llamado más estremecedor, devastador como familia, nuestro Padre, Esposo, abuelo... había fallecido en el hospital del Tórax de Santiago de Chile. Han pasado 15 años de aquello, solo podemos recordarlo con cariño y preservar, difundir su legado, su trabajo, lo que él amaba, la música, la poesía, las tradiciones y su tierra.
"La Patagonia occidental fue una región lejana e inhóspita para los exploradores que se aventuraron en sus frías tierras. La Zona Costera, desmembrada en múltiples archipiélagos, canales y entradas marítimas, eternamente lluviosa y cubierta de espesa selva, contrasta con las grandes y áridas mesetas del interior, azotadas por fuertes vientos y sin otra vegetación que gramíneas y pastos duros. La Cordillera de Los Andes se bifurca en múltiples ramas, cortada por valles glaciares y ríos que nacen en la estepa para caer al Océano Pacífico, como los ríos Aysén, Simpson, Cisnes y el río Baker, a través del cual desaguan los lagos General Carrera y Cochrane. En la zona sur de la región, se levantan dos gigantescas mesetas de hielo que desaguan a través de ventisqueros en aguas marinas o lacustres.
Desde que se consolidó el dominio español en el archipiélago de Chiloé a principios del siglo XVII, hasta que sucesivas expediciones reconocieran la zona del estrecho de Magallanes, las vastas soledades que mediaron entre ambos puntos permanecieron como espacios ignotos, siendo explorados de manera muy esporádica por viajeros en busca de la mítica Ciudad de los Césares o por abnegados misioneros que llegaron a enseñar la fe cristiana a las etnias errantes de los canales australes.
Sus costas habían sido ya visitadas por expediciones científicas como la de Robert Fitz-Roy, pero fue en 1857 cuando se realizó el primer intento de exploración de los canales australes a cargo de la Marina chilena. Aunque el teniente Francisco Hudson, a cargo de la expedición, naufragó y murió, cinco años después el capitán Francisco Vidal Gormaz fue comisionado para reconocer las costas de Chiloé continental y las Guaitecas. En 1870, la Aramda encargó al capitán Enrique Simpson el reconocimiento de la costa occidental patagónica, con la expresa misión de encontrar un paso hacia los valles interiores. Luego de dos intentos frustrados, logró llegar hasta los inicios de la meseta patagónica, descubriendo el valle del río que lleva su nombre.
En 1881, en plena Guerra del Pacífico, Chile firmó un tratado con Argentina por medio del cual se fijó el límite binacional en la línea de altas cumbres y la divisoria continental de aguas. Sin embargo, la compleja geografía de la región hizo necesario recurrir al arbitraje de la monarquía inglesa para definir claramente el trazado de la línea fronteriza. En vista de ello, el gobierno contrató al geógrafo alemán Hans Steffen para que hiciera un completo reconocimiento de la región, misión que cumplió entre 1892 y 1902.
Al quedar definitivamente establecidas las fronteras luego del Laudo Arbitral de 1902, el gobierno procedió a entregar grandes extensiones de tierra en arrendamiento a compañías ganaderas, con la condición de que desarrollaran las potencialidades productivas de la región. Entre las grandes concesionarias destacó la Sociedad Industrial del Aysén, instalada en los valles de Aysén, Simpson y Mañihuales, que construyó un camino desde sus estancias al costado oriental de la cordillera hasta la costa, instalando una línea marítima entre Puerto Aysén y Puerto Montt. Otras empresas participantes fueron la Anglo-Chilean Pastoral Co., concesionaria de más de 500.000 hectáreas en la zona del río Cisnes, que tuvo un éxito sólo relativo; y la Sociedad Explotadora del Baker, concesionaria de casi 800.000 hectáreas en la zona austral de Aysén, que quebró al poco tiempo por las dificultades del terreno, la lejanía de todo centro poblado y las ingentes inversiones necesarias para comenzar a producir.
Paralelamente al establecimiento de las grandes compañías ganaderas, se produjo una lenta pero constante llegada de colonos chilenos desde Argentina; los que se establecieron espontáneamente en los valles más fértiles de la vertiente oriental de la cordillera. Los colonos no sólo tuvieron que sobreponerse a las duras condiciones de vida que imponían el medio ambiente hostil y el extremo aislamiento, sino que además tuvieron que enfrentarse a las grandes compañías ganaderas, que no miraron con buenos ojos a los recién llegados. En ocasiones, el conflicto llegó a ser abierto, como sucedió en 1918 en la llamada Guerra de Chile Chico. Finalmente predominó el apoyo estatal a la pequeña propiedad ya existente en la región y las grandes concesiones se redujeron en extensión, quedando limitadas a las llanuras del borde oriental de Aysén, las más aptas para la ganadería extensiva. Un aspecto negativo del empuje colonizador fue la desaparición de vastas extensiones de bosque nativo en gigantescos incendios que llegaron a durar años, los que eliminaron la capa vegetal en muchos lugares y contribuyeron a una acelerada erosión del suelo.
Durante la primera mitad del siglo XX, los colonos desplegaron una inédita actividad en la región, fundando pueblos por su propia iniciativa, abriendo rutas, despejando terrenos para el cultivo y la ganadería. El Estado llegó después a regularizar las situaciones ya creadas de hecho y a extender su presencia a través de diversas iniciativas. En 1927, Carlos Ibañez del Campo creó el Territorio de Aysén, que diez años después pasó a ser una provincia más de Chile. A pesar de esto, Aysén conservaría por muchos años el carácter de frontera abierta, territorio de colonización al empuje de nuevos pioneros."
Que escribió Miguel Peña Araneda al respecto:
Capítulo I Libro "Desde Adentro" Segundo libro de Miguel Peña Araneda:
I Origen,
Historia y Cultura de los hombres de la Patagonia Chilena.
El poblamiento de valles y cañadones de “El territorio del Áisen”, no fue en
ningún caso ni aspecto, una gestión de Estado, excepto la decisión de arrendar
grandes extensiones de tierras a las SOCIEDADES GANADERAS. El poblamiento de
los terrenos lindantes a las Sociedades arrendatarias y demás espacios
habitables, fue un hecho espontáneo y autónomo que se llevo a cabo por dos
grupos en forma consecutiva y casi simultánea.
Cabe reconocer sí, que pese al antagonismo
que tuvieron las Sociedades Ganaderas con estos grupos colonizadores, encontraron
en ellas, fuentes de trabajo y pulperías para el abasto, por tanto, no podemos
desconocer el gran aporte que significaron en el poblamiento de este territorio.
Dichos grupos colonizadores espontáneos, vivieron en
total abandono de parte del Estado por mas menos dos décadas y eso aún en los
valles de mas fácil acceso y cercanos a las sociedades mencionadas, porque en
gran parte de la región esto perduró, lamentablemente, hasta muy próximo al año
2000. Esto nos fue costando día a día la perdida de soberanía allá donde solo
habían marcado presencia aquellos soldados sin grado, sueldo, ni nombre: “LOS GAUCHOS CHILENOS”, aquellos que,
además, fueran mal vistos, mal tratados y despreciados por su sencillez, sus costumbres y vestimentas; por aquellos
patriotas de ciudades, de escritorios y de casas calefaccionadas.
UNA CITA CONSIDERADA
NECESARIA.
Nos mostraban los antiguos atlas o mapas, hasta 1881, una línea divisoria entre Chile y Argentina, heredada
del “Bireynato de la Plata”, al Sur
de la provincia de Buenos Aires, bajando desde los Andes, entre los ríos Quinto
y Diamante y en línea muy recta, iba a sumergirse en el Océano Atlántico en el
golfo San Matías.
Desde allí al sur, Oriente de la cordillera de los Andes,
se le denominaba: “El desierto”, aunque en realidad nunca estuvo desierto. Debemos
establecer eso sí, que Chile como país nunca tomo posesiones de aquellas
tierras, pero sí, la frontera de la provincia Bonaerense, se ubicaba a la altura de Carmen de patagones (hastaaproximadamente
1870) y desde allí, principalmente hacia la precordillera y la cordillera misma,
lindante a nuestro Chile. Comenzaba el dominio de Mapuches Pehuenches, Tehuelches
del norte y al decir de los propios argentinos, los mas bravos guerreros en
contra de las tropas de su ejército habrían sido los Aucas o Aucaches (Huilliches del Norte) venidos de Chile,
además de los bravos y legendarios caciques: Calfucurá, Llanquitrue o Llanquetruz,Namuncurá oriundos de Lonquimay
– Chile; entre otros Loncos de gran fama. Estas razas, dominarían esos
terrenos hasta los últimos tiempos de su poderío libre por 1870 - 1880
aproximadamente.
GUILLERMO E. COX en
su obra: “VIAJE EN LAS REGIONES
SEPTENTRIONALES DE LA
PATAGONIA 1862 – 1863”y por razones de un desafortunado
naufragio fluvial, nos habla de su estadía entre las tribus y los caciques
dominantes de aquellas tierras, dejándonos muy en claro la comunicación y el
comercio que estos mantenían con la Región de Valdivia en Chile. También el
magnífico explorador Dr. Cox, nos habla de las instalaciones que habrían tenido
en las costas del lago Nahuelhuapi, los
sacerdotes evangelizadores con asiento en Chiloé, desde donde viajaban a sus
misiones. Se refiere a dichas instalaciones como Ruinas (Tapera), y es obvio, puesto que aquellas datan de 1670 - 1686. Es necesario decir también, que las primeras
incursiones de los religiosos, tuvieron como principal motivación la búsqueda
de “LA CIUDAD DE
LOS CÉSARES”. He puesto en relieve estas menciones, pues nos dejan muy claro, la pérdida
del privilegio de soberanía temprana, sobre aquellas valiosas tierras por parte
de Chile.
Posteriormente ocurriría la decisión tomada por Buenos
Aires de eliminar las fronteras con el desierto,
es decir con los indios que allí
habitaban y tomar posesiones de aquellas bastas extensiones. Allí se
desarrollan hechos y situaciones que dan ambiente real a don José Hernández, para
dar vida a su personaje en esa magistral obra “MARTÍN FIERRO”. Concluya usted si esta obra nos es tan extraña o
ajena; aunque en ella no se mencionen los nombres de legendarios caciques
oriundos de nuestro Chile.
El ejército argentino, luego de cada batida, instalaba fortines casi improvisados
y para aumentar tropas se reclutaban gauchos que sin instrucción y con múltiples
carencias, debían servir a la patria montando guardias sobre las fronteras que
se adentraban en terrenos indios.
Cita sobre algunos
pasajes de aquello:
“MARTÍN FIERRO” (Números corresponden al original de cada verso tomado)
2771.-Ahí comienza su desgracia,
278 ahí comienza el Pericón*
279 porque ya no hay salvación,
280 y
que usté’ quiera o no quiera.
281 lo
mandan a la frontera
282 o
lo echan a un batallón.
283 2.- Ansí* empezaron mis males
284 lo
mesmo* que los de tantos:
285 si gustan, en otros cantos
286 les diré lo que he sufrido.
287 después que uno está perdido
288 no lo salvan ni los santos..."
Extracto Libro "Desde Adentro" de Miguel Peña Araneda
"Finalizada la campaña del desierto; siendo los indios
triste y cruelmente aplastados por las tropas del Gral. Julio Roca, (última batida en Río negro - 1879, Teressio
Bosco, misionero Salesiano contemporáneo de la época), las bastas extensiones ahora disponibles,
fueron rápidamente ocupadas por grandes establecimientos ganaderos (Estancias) de propiedad de sociedades, principalmente
extranjeras y que se dedicaban a explotar los pastajes naturales en crianza y
engorda de vacunos, lanares, chivos y
caballares (bovinos, ovinos, cabríos
y equinos), produciéndose allí una fuerte demanda de mano de obra.
NOTA: Delante de esa avalancha por parte del hombre blanco y mestizo; iba o mejor dicho
venían huyendo aborígenes escapados de las últimas batallas con el ejército
chileno en Chile y luego con el argentino en Argentina, y que no estaban dispuestos
a tratados engañosos y sometimientos.
Las últimas batallas se libraron en inmediaciones sector “Apeleg” Chubút
1882 - 1883, (ALEJANDRO AGUADO, “LA COLONIZACIÓN DEL OESTE DE LA PATAGONIA CENTRAL”).
Muchos de estos se internaron en valles y cañadones cordilleranos de nuestra
región, siendo en rigor, los primeros pobladores desde Palena al Sur, geografía
que corresponde a este análisis de identidad cultural. Se sabe de algunos atropellos a sus derechos,
también en aquellos lugares, pero en realidad se conoce muy poco de la suerte
que corrió la mayoría, pues hacia el sur,
es decir a los valles centrales de esta región (Aisén), ya no fueron muchos los
que llegaron.
Volviendo a la proliferación de Estancias en los nuevos
terrenos, ahora argentinos; en Chile centro, la situación de criollos y
mestizos que se ocupaban como agricultores, inquilinos, temporeros etc. Era
bastante triste por decir lo menos: bajos sueldos, horarios ilimitados,
vigilados celosamente por mayordomos y capataces que aún mantenían resabios de
verdugos de la esclavitud. Les imponían exigencias poco razonables y tratos vejatorios. No disponían de tiempo para el descanso ni
privacidad dentro de sus ranchas. La
situación general de pobreza de aquellos tiempos, era tristemente miserable. (informado por mi señor padre, Pedro Peña
Riquelme, hombre nacido en 1882, Chillan).
También se sumó a
este contingente algunos ex combatientes de la guerra de 1879, a quienes se les
había asignado algunos terrenos en el centro sur de Chile (últimos reductos de los mapuches y güilliches), pero sin
documentos en mano y detrás venían los privilegiados por los gobiernos y esos
sí traían documentos, por lo que los primeros, fueron simplemente despojados.
Por si alguien echa de menos esta mención:
Dentro
del numeroso contingente migratorio; esforzado, sufrido y honesto, también se
hallaban algunos cuatreros y fugitivos de la justicia – aunque fuera por
haberse robado una muchacha, por no haber logrado la simpatía de los suegros - .
¡Esto no es más de las ovejas negras que existen en todo grupo humano, y no autoriza
ni está de acuerdo con quienes han querido enlodar el mérito y prestigio de la
gran mayoría de aquellos contingentes! y digo aquellos, pues fueron grupos
diversos y secuenciados en el tiempo.
Toda aquella gente deseaba y necesitaba algo mejor y
comentarios o datos no se hicieron esperar. Los aborígenes, bien conocían este
y el otro lado de los Andes, como también sus pasos más estratégicos y además, entre
ellos se hallaban muchos criollos mestizos y blancos, de Chile o Argentina,
daba lo mismo. Ellos aprovechaban su aceptación por parte de los blancos para
allegarse a Estancias por trabajo y a boliches y pulperías para adquirir vicios
y alimentos, etc. Estos junto a los
indios, hicieron de baquianos, guías y dateadores de los primeros, que los necesitaron
para cruzar la cordillera y ubicarse con trabajo en la gran extensión (otrora
dominio indígena) y fue prolongada y numerosa la migración de los nuestros
hacia los nuevos territorios de la Patagonia Argentina, desde 1881.
Poco o nada se sabe
de personas identificadas, o identificables, que hayan entrado antes del 1900 hacia
la cabecera Norte de la
Patagonia, pero he tenido el privilegio de recibir
información, a través de nietos y bisnietos, sobre Don Pedro Sandoval Figueroa, quien sin precisar fecha, habría entrado a
esas tierras siendo muy jovencito. Posteriormente contrajo matrimonio con doña Pilar Castillo aproximadamente en los
años 1890 - 1895, trabajó toda su vida en Argentina, por lo que todos sus hijos
fueron inscritos con esa nacionalidad y en el poblamiento de “El Triana” Chubút,
Hito 45, sobre 1904 y hasta 1935, ocupó un campo en el sector vecino a Lago
Cástor Chile. En 1930 aproximadamente, instaló
a su familia en Baquedano, hoy Coyhaique y específicamente en calle Francisco
Bilbao Nº 741, falleciendo en 1935 sobre
los 75 años de edad. Sus restos descansan en el cementerio, hoy olvidado, que
fuera de la “Estancia la S.I.A.” y
que se ubicaba camino hacia El Verdín (información obtenida de sus nietos Oscar
y Medardo Sandoval Correa en 1998).
Don Santos Marcial
Barra Rodríguez, según sus hijos Teresa y Samuel, habría entrado hacia
Argentina a la edad de 11 años. Yo tuve el honor de conocerlo como poblador en
el sector “Lago frío”, en el año 1951 con 65 años de edad aproximadamente, lo que también nos habla de haber ingresado antes
de 1900.
Harta
Pega y Buena Paga
Con asombrosa rapidez avanzan las estancias y con ellas
las grandes masas de ganado y allí
vienen los nuestros destacándose como trabajadores “a pié”, como llamaban a
aquellos que se desempeñaban sin monta (cabalgadura) y peones a caballo a
aquellos que manejaban las masas de ganado y otros servicios montados. También se
desempeñaban en el servicio de transportes con carruajes de caballares y mulas. Ellos eran los GAUCHOS, los más valorados por estancieros dueños, administradores
y capataces, pues eran los responsables
directos en arreos, pastoreos y vigilancia del ganado bajo cualquier forma o
circunstancia. Párrafo especial debe asignarse a los “chateros y carreros” que aportaban su gran esfuerzo y destreza uniendo
distancias, todo era mérito de este hombre gaucho,
pues él siempre sabía y debía rendir, aún en condiciones totalmente adversas. Recuerdo
sus conmovedores y emotivos relatos vivénciales como, capear los vientos
blancos y congeladores en la inmensidad y desamparo de la pampa, enterrándose
bajo la nieve con sus aperos y sus perros, y ojala que existiera una raquítica
mata en el lugar, para que se aculataran
(se colocaran al reparo y que precisamente lo hacen allegando el anca al
reparo del castigo del gélido viento) los nobles y sufridos caballos que lo
único que deseaban era liberarse para buscar, en loca disparada, algún lugar
para ampararse y protegerse del inhóspito temporal. Todo el que transitó
distancias, en algún momento debió sortear estos crueles embates del crudo clima de entonces; sumándose a ello
las grandes distancias por el escaso poblamiento.
A la llegada demi
familia a esta región en 1946, eran abundantes y muy recientes los comentarios
de los crudos sufrimientos y muertes de troperos, transeúntes, personas solas y
desconocidas, que dependían solo de su astucia, de la nobleza de sus caballos,
aperos, perros y lo demás… la suerte para subsistir y sobrevivir; y mis padres con
hondo recogimiento conocieron estos hechos de labios de los gauchos viejos y
muchas veces lo comentaban con nosotros. ¿Cómo no aprender a sentir y a valorar
tanto esfuerzo, casi la inmolación por la vida honesta y la búsqueda de la superación
de su futuro, hecho que desde luego no todos lograron..."
Extracto Libro "Desde Adentro" de Miguel Peña Araneda
ALGUNOS POEMAS DE MIGUEL PEÑA A. TROVERO SUR Colonización de Aysén
Extracto Libro "Desde Adentro" Miguel Peña Araneda
Capitulo I: Origen, Historia y Cultura de los hombres de la Patagonia Chilena
Artículo 3: El
arte del payador
El artista del verso repentista o
ciencia de la improvisación, los payadores, se inspiraban en lo más genuino de
sus conocimientos. Ya para fines del
siglo XIX y comienzo del XX, los payadores han dejado la primitiva cuarteta y están dominando las décimas
octosílabas, octavas y sextillas (octinas
– sextinas) y que no eran simples refranes de palabras como algunos suelen creer. Entre 1850 y principios del
1900, su arte estaba en pleno apogeo, los circos los llevaban como plato fuerte
llegando también a los poblados de tierra adentro y nadie se perdería un
espectáculo de ese tipo. Las payadas, para los hombres de alma
criolla, tenían tanto o más atractivo
del que podemos apreciar hoy día cuando se publicitan carreras de caballos,
juego de truco y juego a lataba (acotemos que el gaucho nunca dijo: juego de la taba). Allí o desde allí se conseguían
folletos de versos y se obtenían formas musicales para poner en práctica en sus
horas libres. En todo momento se practicaba la improvisación en dichos, boleadas, versos de truco,
relaciones de gato, pericón y otros bailes.
Se practicaba la
guitarra para darle hebra al canto, siendo este instrumento por muchos años, el
único que estaba en todo rancho, puesto o campamento e incluso en las huellas, más
tarde y siendo menos comunes, llegarían la verdulera y bandoneón para los
ritmos bailables, aunque ese papel ya lo estaba desempeñando la guitarra sola,
desde mucho antes.Muchos
trabajadores compartían sus horas de descanso reunidos en los fogones, pero
gran parte vivía solo en sus campamentos o puestos, cuyo trabajo consistía en
hacerse cargo de una gran cantidad de ganado y cuidarlo en una gran extensión
de terreno que por lo general quedaba bastante retirado del establecimiento
principal.
Aquí voy a insertar algunos de los tantos versos que han
regalado a mi trabajo de investigación y recopilación, ¡mis queridos viejos
coterráneos!, y que por supuesto, no son versos de los célebres literatos de la
poesía gaucha, sino que son principalmente de los payadores y también de poetas comunes, que no entran en
la crítica literaria que promueve y difunde para la citadinería y las aulas,
pero que tienen el mayor mérito, por ser
estos los autores del diamante que los otros han lustrado, ¡claro, con mucho
tino por cierto!.
PUESTERO Estilo
Autor desconocido (anónimo) Recopilación de Trovero Sur en 1986 y 2002 Informantes letra: A. C. Inf. Música y letra: A .A. y M. U. S.
Cuando
se hace tardecito
y el
solcito se va entrando,
yo
recién vengo llegando
a la
morada en que habito.
Como
allí vivo solito
mi
rancho está silencioso
no me
espera mas reposo
para
alegrar mi llegada
que
el valar de la majada
y el
crujir del sauce añoso
Una
vez que ya he llegado,
al
lado del mojinete
desensillo,
ato el flete
y
acomodo mi recado.
Prendo
fuego y un asado
corto
y ensarto al momento,
mientras
el agua caliento
pongo
yerba al cimarrón
pongo
el asado al fogón
y a
cimarronear me siento.
Tomo
mate al lento ruido
de
algunas gotas de grasa,
que
caen sobre las brasas
haciendo
áspero chirrido.
Saco
de brasas un tendido
luego
doy vuelta el asado,
cuando
ya está bien salado
lo
saco lo planto y ceno,
y con
el buche bien lleno
quedo
yo muy bien plantado.
Luego
tomo mi guitarra,
que
es mi único consuelo
templo y canto los desvelo
de mi
vida tan bizarra ,
donde
la décima narra
de los
amores de ayer
desdichas
y padecer
de
este mundo soberano,
sin
padre, madre ni hermano
sin
parientes ni mujer.
---------------
LA CANCIÓN DEL FORASTERO
Recopilación de Trovero Sur. Informantes: M. C. E. Año 1955 -A.T.C. Año 2002
Caía el sol, como cansado,
los
trabajos se alejaban
y las
nubes se pintaban
de un
tinte color rosado.
Después,
el día apagado
por
la sombra se cubría
de
vez en cuando se oía
algún
grillo que cantaba
y el
momento se animaba
con
el ruidito que hacía.
Sus cascotazos lanzaba
algún
perrito aburrido
y
rodando, su ladrido
con
los árboles chocaba.
La
gente ansiosa soplaba
las
brazas del trasnfoguero
y se
armaba el entrevero
de
comentarios del día
mientras
el mate corría
rodeando
el fogón campero.
Una guitarra largaba
como
en bandada sus notas
y
eran risas y chacotas,
después
para el que cantaba.
Porque
en su canto buscaba
imitar
al payador,
que
le dio, como una flor
la
décima que él sabía
y en
la que el cantor ponía,
de su
sentir, lo mejor.
Y
así, en franca algarabía
aquella
gente se hallaba
con
lo que en algo olvidaba
la
fiera lucha del día.
Esta
reunión, parecía,
hecha
por buenos hermanos
así
estaban los paisanos
cuando
llamó la atención,
alguien
que junto al galpón,
gritó,
golpeando las manos.
El capataz, ¡adelante!
gritó,
mientras espantaba
la
perrada que rodeaba
aturdiendo
al visitante,
¡venga
pa’cá, Vigilánte,
hágase
a un la’o Capitán!
¡que
mal enseñado están
estos
perros,... ya le digo.
no
haga caso, ¡pase amigo!
que
ningún daño le harán.
Y
llegó un hombre cansado
pidiendo,
junto al fogón,
le
prestaran un rincón
pa’
dormir; aunque sea echado.
venía
flaco, cansado,
con
tristeza en la mirada
dijo
con voz apagada:
camino
sin saber, ande,
vivo
porque el mundo es grande
y el
aire no cuesta nada.
Donde hallaba un arroyito
nadando
se zambullía
y
después, de allí salía
sacudiéndose
fresquito.
Dejaba
cada trapito
en el
alambre tendido
y
estando seco y vestido,
recién
mudado se alejaba
de
aquel lugar y tranqueaba
pa’l
rumbo que había elegido.
Si alguna vez trabajaba,
como
haciendo un sacrificio,
ya
ganando pa’ los vicios
del
trabajo se alejaba.
Así,
nadie lo mandaba,
si no
era su voluntad
cuidaba
su libertad
y por
eso andaba solo
sencillo
como el chingólo,
dueño
de la inmensidad.
Traiga, le dijo al cantor,
la
guitarra, que algún día
talvez
en mi alma ponía,
como
quien dice: una flor.
Todo
pasado, fue mejor
a según
dice el refrán
y si
me escuchan sabrán:
como
es fácil de la altura,
rodar
pa’ ser la basura
que
todos despreciarán.
Y pulsando el instrumento
todas
las cuerdas soltaron
pajaritos
que trinaron
con
el mas variado acento.
Desgranando
el argumento
de
aquel canto prometido
su
palabra fue el latido
de un
corazón ya cansado
por
lo que había rodado
y de
tanto haber sufrido.
Galopaba retozona
con
su cascabel, la prima
y el
hombre ajustó la rima
al
compás de la bordona.
No
fue, con la voz llorona
con
que el canto es un gemido,
fue
en un desplante atrevido
como
estallando en rencor,
con
que les dijo el cantor
lo
mucho que había sufrido.
Tuve cariño, mujer,
plata
y mucha fortuna,
la
traje desde la cuna;
desde
que empezó mi ser.
Más,
no es posible torcer
lo
que el destino ha marcado;
hay
que vivir resignado
hasta
la última rodada
que
al fin, nadie vale nada
esté
donde esté colocado.
Cuando terminó el cantor,
aquel
puñado de razones,
¡como
una orden, los peones
hurgaron
el tirador,
y el hombre
caminador,
sin
aceptarles dinero
dijo
amigos; solo quiero
el
aprecio de la gente
y que
les quede presente
la
canción del forastero.
---------------
De estos versos, de este tipo de repertorio se nutrían
los gauchos argentinos y los gauchos nuestros sin duda, pues de los nuestros he
recogido estos trabajos. Allí, el puestero
disponía de tiempo y tranquilidad para practicar cualesquier instrumento si es
que lo deseaba, la mayoría lo hacía y los versos y la música, en muchos casos,
era de su creación.
Este
tipo de ocupaciones les proporcionaba también, la posibilidad de practicar el
trabajo en sogas(cuero de vacuno, no curtido, trabajado a
mano y de donde se sacan múltiples piezas para el apero de montar y el trabajo
con ganado), algunos de estos sogueros
lograban tal habilidad, que le daban un sello de arte a sus trabajos.
A todo lo ya dicho, debemos agregar y recalcar que, en
aquella cultura se esmeraban en trasmitir y reforzar los valores,condenando los anti-valores.Es mucho lo que podríamos agregar, pero con
lo que ya hemos dicho se puede deducir y estar cierto que en este medio donde
todo era abundante, incluso los sacrificios y a veces las necesidades básicas,
no estaba en desventaja la cultura del verso y la música, que eran muy fuertes
por ser muy bien fundamentados y muy reales para la vida de aquel medio, por
tanto, ¡tenía que resultar absorbente para cualquier inmigrante y mas aún para
los nuestros que salieron de un ambiente muy limitado en conocimientos, recursos
y tiempo de esparcimiento (entiéndase desarrollo de su cultura, desarrollo de
sus expresiones en el canto y la música, el verso, el arte etc. etc.). Tal vez
sea esta, una realidad poco grata, pero que hay que reconocer y que parece estar
muy presente en nuestra frágil identidad
de chilenos. Pareciera ser que al hombre
común de todos los rincones de nuestro Chile, le ha faltado literatura que lo
retrate con todos sus méritos adquiridos a fuerza de carencias y esfuerzos y
¡porqué nó!, algunas debilidades. Si esta literatura existe, ha sido escasa y
poco difundida mas,creo que nuestro
equivalente al “Gaucho”; “El roto chileno” en nuestro país no ha quedado ni
siquiera como un respetable “ente de trabajo” sino como un vagabundo e
indeseable y cuando menos, un vil Pedro Urdemales, que aunque en las
historietas resulte simpático, en la realidad es elanti-valórico odiable.
Fragmento obra “HIJO de JUANA y JOSÉ” de Trovero Sur
94) Por
los siglos de los siglos,
inquilinos
y ambulantes;
parieron
hijos abundantes
que
cubrieron los caminos
cuerpeándole
al cruel destino
de
ser eternos cesantes.
95)Súbditos,
extravagantes
sin
destino ni horizonte;
las
esperanzas de apronte
y las
carencias por guía;
¡no
se!... si mas fe o porfía...
pa’
hallar un claro entre el monte
Debemos convenir entonces, que este
grupo considerable de personas se hizo de expresiones culturales muy fuertes y
tomó una forma de vida que le permitió ser autosuficiente casi en todo,
resultando el sujeto mejor adaptado para esas y estas latitudes. Mantuvo su
identidad cultural pues a esta región (Aisén)
llegó para explotar también la
Ganadería; vivir, sufrir y gozar, como lo hiciera en las
estancias patagónicas, allende el cerco de alambre.
Esta es la fuerte razón y la gran verdad, de porqué esta
cultura primó y perduró intacta por seis
décadas y al cumplir su primer centenario, aún permanece vigorosa, a pesar de
todos los esfuerzos de parte de algunos sectores por transformarla, sumándose últimamente
a ellos, los veloces aires de globalización y por ende transculturización del
siglo XXI .
Los Patagones chilenos, nos sentimos bien distintos a los
argentinos, pero la gente que llega desde nuestro Chile centro- Sur o Norte, no
puede evitar el comentario e incluso su disgusto, ante el hecho de detectarnos esas
influencias, lo que reafirma el hecho de una identidad.